Ni un poema ya me queda

 
Ni un poema ya me queda
que poder regalarte,
ya ni una pequeña esperanza
en la que cobijarme;
sólo recuerdos que no me llevan
a ninguna parte.

Tu sonrisa de riachuelo se ha vuelto cauce seco;

 Tu sonrisa de riachuelo
se ha vuelto
cauce seco;
como una cicatriz abierta
tu cuerpo
llega vacío de alma
hasta mi encuentro.
 
No volvió la primavera
para llenarte de vida
tras el deshielo
y quedó tu alegría congelada
en las cumbres más altas,
en los imposibles recuerdos.
 
Tu silencio de piedra
grita en mi alma
pidiendo auxilio,
y yo, arrodillado
junto a tu cuerpo
herido
no acierto a ayudarte.
 
Mis manos son pequeñas
cuando quiero abrazarte,
mis lágrimas desesperadas
te arañan
con su sal
y no hago más que lastimarte.
 
Corro montaña arriba
buscando tu corazón
atrapado en el frío
rogando para que
con mi calor
el manantial de tu amor
discurra de nuevo sereno.

Ojalá también yo pudiera escribir esta noche los versos más tristes.

 
Ojalá también yo pudiera
escribir esta noche los versos más tristes.
 
Ojalá tuviera esa habilidad
para nombrar y describir
todo aquello que me apena.
 
Me esfuerzo en cada verso
por no perder el control,
por no desbordar mi sentimiento
y controlar
mi incontenible pasión y
hacer de mi angustia
un manantial de serena poesía,
un remanso de paz
de esta guerra fría.
 
Pero no puedo.
 
Rápidos los sentimientos se agolpan
en las yemas de mis dedos
luchando por ser escritos,
por liberarse de mi mismo
y encontrar la serenidad
de ser al final leídos.

Me abandonó la luz aquella noche de septiembre

 Me abandonó la luz
aquella noche de septiembre
y quedé atrapado
en la oscuridad para siempre.
 
Mi alma murió
dentro de este cuerpo
que es ahora
sólo la parodia
de mi propio recuerdo,
que es ahora
sólo un cadáver
que perdido vaga
sin encontrar la paz
que pueda sepultarle.
 
No soy nada.
 
Nada puedo ser
sin el aire de tu aliento
alimentando
mis pulmones,
nada si tu amor
no navega mis venas
como lo hizo antes,
nada sin tu mirada,
nada si no vuelves a amarme.
 
Creció la escarcha en mis labios
cuando dejaste de besarme,
y mis manos se agrietaron
arañadas por el frío
de tu ausencia delirante.

 

Sangre y amor. Pasión desbordada arrojada por el balcón.

 
Sangre y amor.
 
Pasión desbordada
arrojada por el balcón.
 
Bajo la luna todo en calma.
La tormenta estalla
en el corazón
llenando el cuerpo
de un miedo profundo
que asola la razón.

En el mar de tu ausencia naufrago cada mañana.

En el mar de tu ausencia naufrago
cada mañana.
 
Cada mañana
me sorprende el amanecer como tormenta
sobre la cubierta de tu vientre
después de la noche dormido en calma.
 
Cada mañana.
se quiebran bajo mis pies las tablas
y caen sobre mi
velas hechas girones
que me visten de mortaja;
el mar grita mi nombre,
y el tuyo que vuela en el aire
se aleja como gaviota olvidando el mío.
y me quedo en el mar
perdido,
solo
y muerto de frio.


Se abrieron mis ojos a la luz

 
Se abrieron mis ojos a la luz
y la luz los dejó
para siempre ciegos.
 
Las pupilas dilatadas queriendo ver,
ahogándome en la nada,
perdida la ilusión
en la fría madrugada.

Rompedme la herida, reventad mis encías

Rompedme la herida,
reventad mis encías
y desangradme en latidos espasmódicos,
ahogad mi dolor
en un solo grito
que me extinga,
que me evite este llanto
que tanto me hiere.
 
Atrapado en mi cuerpo
nada puedo hacer
para librarme de esta prisión
de carne,
de este cerebro de luto
perpetuo,
de esta larga noche de desengaño.

 

De nada sirve mi silencio cuando mi alma grita tu nombre,

 De nada sirve mi silencio
cuando mi alma grita tu nombre,
porque cuando mis labios sellados
no sirven para nombrarte
mi mirada te llama,
y yo sé que la oyes con claridad
como puedes oír las olas
en la orilla del mar.
 
De nada sirve mi silencio
ni la noche en mis ojos
cuando mi alma grita tu nombre,
porque mi corazón busca loco
latir con tus latidos
y mis manos torpes
buscan las tuyas que dudan alejarse.
 
De nada sirve mi silencio
y la oscuridad de mi ausencia
cuando mi alma grita tu nombre,
porque su voz muda
viaja en el aire y se enreda en tu pelo,
porque se impregna en la noche de tus sueños
y dormida respiras la vida
de la que ya no soy dueño.

No encontré en la confusión del despertar tu sonrisa ni tu mirada.

 
No encontré en la confusión del despertar
tu sonrisa ni tu mirada.
 
Se hizo sórdido el momento
de volver a vivir,
más triste la pesada mañana.
 
La habitación me parece inmensa
y a la vez me asfixia
su estrechez;
el techo cuelga sobre mi cabeza
como una lápida
que no acaba de caer.
 
Los recuerdos están en todas partes,
en las paredes,
en los muebles,
en las sábanas,
en mi piel.
 
La angustia me desespera.
 
Aquí esperaré el anochecer.

Te fuiste y te lo llevaste todo,

 Te fuiste y te lo llevaste todo,
hasta mi libertad
para nombrarte.
 
Mi voz quedó ahogada
en el océano insondable
de la tristeza más profunda
y de la ansiedad más angustiante,
perdida
para palabras de amor
cuando dejaste de escucharme.

Desesperado espero el final de esta angustia,

Desesperado espero
el final de esta angustia,
y mientras espero
sólo el dolor me va ocupando,
días y noches
sin sol mi luna,
viviendo ahogado
en la amargura
de vivir
en este cuerpo de sepultura.
 
Ya no tengo ilusión.
 
Mi sonrisa
ha muerto antes que yo;
sólo me queda
seguir vagando
en este mundo
sin compasión.


Se pierde la vereda cuando se hace camino,

 
Se pierde la vereda cuando se hace camino,
y el camino hecho de polvo
de polvo llena mis zapatos;
y mis pies dormidos
aún dormidos siguen andando;
pisando dentro de sus zapatos
siguiendo el camino lleno de polvo
que el destino les ha preparado.

Tengo, amor, momentos de angustia

 Tengo, amor, momentos de angustia
que hacen temblar
las paredes de mi alma.
 
Momentos invadidos de recuerdos
como arañazos,
golpes de mar
que te arrancaron de mis brazos.
 
Malditas las olas,
rugidos que se hicieron susurros.
 
Ahora toda la furia
no me cabe dentro;
maldita la tormenta
que me robo tu cuerpo.

Ya no lloro y no es por falta de ganas,

 Ya no lloro y no es por falta de ganas,
que en la distancia de tus labios
no queda espacio para mis lágrimas.
 
¿Qué puede importar que en mis ojos
no quepa más azul
cuando vestida de blanco
ocultas tu rostro bajo el tul.
 
Que no mi amor. Que ya no lloro más;
que si cae por mi semblante
una sola lagrima,
 
¿Con que detener el arroyo
que hará surcos en mis mejillas
si ya no vienen tus labios en la noche
a beber en sus orillas?
 
Que no vida mía, que ya no lloro más,
que prefiero tragarme cada gota de dolor
y para siempre y de una vez por todas
ahogar este amor.

Me confunde tu mirada

 
Me confunde tu mirada
y todo en lo que creía
acaba convertido en nada.
 
Los dogmas de fe se rompen,
caen los ídolos
convertidos en piedra inerte
y de repente
ya ni siquiera me importa.
 
Se quedan los pedestales
vacíos,
los altares abandonados,
mi sonrisa errante
buscando un nuevo firmamento,
otro cielo iluminado.
 
Se derrumba sobre mi cuerpo
la catedral de tu amor
y gigantescas piedras
aplastan mis sueños;
no queda refugio
para mi alma condenada
a vivir
sin el calor de tus besos,
porque fuiste mi religión,
el corazón de mis poemas,
la melodía de la única canción.
 
Sin ti
ya nada me queda,
sólo seguir viviendo,
seguir caminando
sin importar la dirección.

Fueron días largos los que siguieron a tu marcha.

 
Fueron días largos los que siguieron a tu marcha.
Fueron días largos y oscuros
como noches
en las que no hubiese ninguna claridad,
solo silencio y frio y escarcha en el alma.
 
Fueron días largos en los que se extinguió
hasta el recuerdo de tu mirada
quedando perdido en la llanura de arena
de un amor enterrado en el tiempo
de tu ausencia.
 
No ha vuelto, mi amor, mi jardín a llenarse
de besos.
Las olas
no han vuelto a la orilla para besar mis pies
agrietados por la vejez y el frio;
y las gaviotas que volaron mar adentro
buscando corrientes de aire que oliesen a azahar,
no volvieron.
 
Quizás ellas encontrasen aquel edén
que tu y yo perdimos,
aquel islote en el mar
donde sobre altos acantilados
sus nidos volver a anidar.
 
A mi ya no me queda esperanza,
ya no espero el amanecer en la playa,
ya no espero que tus caricias me despierten
cuando llega el alba,
porque ya no llegara.
 
Fueron los días tan largos,
tan oscuros,
y tan fríos,
que mi alegría murió dejándome vacío,
dejándome como un fósil de mi mismo
sepultado en un abismo
de soledad y tristeza,
condenado eternamente a vivir tu ausencia.

 

Sueños. Mentiras que la noche

 
Sueños.
Mentiras que la noche
nos hace creer
como elixir mágico
que se corrompe al amanecer.
 
Sueños. Deseos.
Mentiras que se rompen
al contacto con la realidad
vertiendo su desengaño
en mi alma
para echarte de menos.
 
De nuevo no se que pensar.
Una vez más quisiera no saber.
Ignorar.
Ser capaz de no pensar
abandonándome a los sentimientos
que viven presos
en su celda de soledad.
 
Sueños.
Extraño fluido que brota
de no sé qué manantial;
quizás de tus labios. Quizás.
Quizás de mis emociones.
 
Mi pensamiento navega mares
de confusión
que no alcanzo a interpretar,
jeroglífico de emociones
que temo descifrar
porque intuyo tu indiferencia
capaz de herirme
lo bastante como para alcanzar
una suerte oscura
en la que nunca más
quisiera volver a derivar
como un náufrago loco de angustia
que ve pasar las horas
perdido en el mar.

Crece el infinito cuando te pregunto y bajas la mirada.

 
Crece el infinito cuando te pregunto y bajas la mirada.
Entonces..., es cierto.
 
De un solo golpe tu silencio atraviesa mi alma
haciendo el mío gigante como un abismo,
como una fosa de soledad
donde se precipita mi esperanza.
 
Quisiera decir algo, pero no encuentro palabras.
¿Para que preguntar el porqué,
de qué serviría saber cómo?
 
El silencio me revienta los oídos
y el miedo el corazón,
la angustia me desespera
y no existe pregunta con respuesta
que pueda dar sentido
a esta locura,
a esta tortura sin razón.
 
No me vendas esperanzas de segunda mano,
no te atrevas a darme excusas,
si has de llorar o reír
hazlo lejos, donde yo no te pueda oír;
y si es verdad que ya has decidido
vete donde no te vuelva a ver,
da este amor por perdido
y deja que camine buscando otro amanecer.

 

Digo que sí, pero es mentira.

 
Digo que sí, pero es mentira.
 
Mil veces digo que ya te olvidé
y sin embargo te recuerdo cada día.
 
La lluvia cae
y ráfagas de viento se dibujan
sobre los charcos
y yo, empapado de lluvia y melancolía
no hago otra cosa que soñar tus abrazos,
amarras de amor
que no permiten que zarpe mi barco;
amarras invisibles suaves como lazos
que envolviesen un regalo
que no puede ser abierto
hasta la fecha de un desconocido cumpleaños.
 
En la distancia envejezco y creo en ti
como un alma en la resurrección de los cuerpos;
en mi agenda busco conocer el día en que te perdí
para borrarlo, pero no lo encuentro
y parece que nada puedo hacer
aparte de olvidar,
¿Pero de qué manera olvidar que te amé,
cómo olvidar que me has amado?
 
Maldita memoria capaz de viajar del pasado
hasta el presente
llevándome hasta ti
cuando no trae tus recuerdos hasta mi mente.
 
Maldita memoria deforme
que es capaz de olvidar
aquello con lo que no está conforme
perdonando así tus defectos y mis errores.
 
Maldita memoria
que con tu recuerdo me vuelve penitente
de una culpa que no expío con tu ausencia
mientras el embrujado sortilegio que conjuraste un día
flote en el aire
con ese extraño perfume a melancolía
que es de mi soledad su esencia.

Otra vez el amanecer llega lento y cansado

 Otra vez el amanecer
llega lento y cansado
sin esperanza y sin luz,
como una obligación,
como una condena
al pasado,
a vivir tu ausencia
en mi alma de enamorado.
 
Odio esta vida que me consume,
que arañó mi destino
y me dejó en esta noche perdido,
en esta oscura soledad
poblada de pesadillas
que me gritan que te has ido.
 
Y es que todo me habla de ti
desde que no estas,
hasta la hierba que piso en mi jardín
crece diferente,
parece que supiera
de mi tristeza salada,
que ha llegado para mi esperanza
su final,
que ya no tengo nada,
solo recuerdos
de quien fue mi amante,
para siempre mi amada.

 

Me volveré loco. Mi cuerpo desnudo vestiré sólo con tu nombre,

 Me volveré loco.
 
Mi cuerpo desnudo
vestiré sólo con tu nombre,
cálida primavera
que me arropará cuando vague
buscando tu mirada
más allá del último valle.
 
Sentado frente a la luna,
uno a uno,
nombraré tus recuerdos
consciente de que son
mi única fortuna,
y loco de tanta amarga cordura
esperaré sentado
a que vuelva a iluminar
tu sonrisa
la pálida luz de la luna.

Maldito este dolor profundo que me roba hasta las palabras,

 
Maldito este dolor profundo
que me roba hasta las palabras,
que ennegrece mis pensamientos
y oscurece también mi alma.
 
Llegas hasta mi con tu sonrisa
de tristeza mal disimulada.
Llegas como una estrella
que vagase
dejando su luz en un largo rastro
de recuerdos mal apagados,
como la sonrisa
de una mañana de resaca,
que también es cansancio
y temor a la madrugada.

Madre, que no me entierren de noche,

 Madre, que no me entierren de noche,
que temo la oscuridad.
 
Si han de enterrarme
que me entierren cuando nace el día,
cuando la luz
las sombras hace temblar.
 
No quiero oraciones tristes.
 
A mi marcha
sólo un poema recitad,
que hable del viento,
que hable del mar,
que hable de sonrisas
y de buenos tiempos por llegar.

A quién podré recitar tu nombre en un sólo poema,

 
A quién podré recitar tu nombre
en un sólo poema,
dónde encontraré ese oído amable
que atesore todas mis penas,
que manos darán cobijo a mis manos cansadas,
que labios darán descanso a mis ojos cerrados
tras la noche en vela.
 
Si te vas,
en quién verter éste amor
que se desborda desde el alma,
cómo haré para que mis dedos no se marchiten
en cada verso huérfano de esperanza,
dónde encontraré el valor
para volver a cruzar el umbral de nuestra casa.
 
Si te vas,
qué motivo encontraré para esperar el amanecer
si de sobra sé que me abandonaste a la noche cerrada

Puedo detener mis manos para que no escriban,

 
Puedo detener mis manos
para que no escriban,
para que no te busquen en cada verso,
y puedo morder mi lengua
y sellar mis labios
pero no consigo todavía
olvidar aquel beso,
toda aquella ternura en un gesto
de un sabor tan dulce
a pesar de toda su amargura.
 
Si pudiera me arrancaría este dolor
que me late en el pecho
aunque se descolgasen todos los planetas,
aunque sentenciase un nuevo amanecer,
aunque el de hoy hubiese sido el último.
 
¿Acaso no ves alma esquiva
que es mi propio silencio
un puro grito de desesperación
en el que me refugio para no nombrarte?
 
En la distancia temo tu encuentro
y las fechas que se suceden alejándome de ti,
y el calendario lleno de días
se vuelve un laberinto del que no puedo huir,
y cada día que pasa es un pequeño triunfo
al no llamarte,
y cada recuerdo tuyo una derrota
al descubrirme que no puedo olvidarte.

 

“A mi regreso de tus brazos".

 
Se me ha quedado pequeño el mar.
 
Mi mar, el de siempre, hoy no me parece igual.
¿Qué me has hecho que su compañía no llena
este vacío que se ha abierto en mi alma,
qué me está pasando que siento
que zambullirme en su azul ya no es bastante?
 
Quiero abrazarte;
necesito sentir la serenidad de tu calor de nuevo
acompañándome durante largas horas de invierno.
 
He descubierto que no puedo
estrechar el mar entre mis brazos
sin que su frío lentamente me devore
hasta hacerme palidecer,
que toda mi vida seguirá equivocada
vagando en los límites más oscuros
si te llego a perder.
 
Y si llega ese día,
nadie podrá evitar, vida mía,
que mengüen todos los océanos
hasta caber en una sola de mis lágrimas
que caerá por mi mejilla
con el silencio sepulcral del destierro de las ánimas;
y no habrá quien
de mis labios arranque tu nombre
ni de mi corazón tu recuerdo;
y así seguiré envejeciendo sin tu voz,
más loco que cuerdo.

Pronto amanecerá y la luz trepará lenta por las paredes hasta tu ventana

 
Pronto amanecerá y la luz trepará lenta
por las paredes hasta tu ventana,
buscándote para besar tu frente,
y yo estaré allí tras la noche en vela
alma mía,
esperando tu regreso,
aguardando el momento para al despertar
recibirte con un beso;
mi pequeña Ana,
niña de los sueños
que cada día crece ante mi mirada.
 
Tus manos entreabiertas acarician el firmamento
y todas las estrellas
compiten por brillar más que cualquier otra
ahora que duermes,
ahora que tus ojos no pueden deslumbrarlas,
y yo que te miro en mi interior siento
la felicidad que tu llegada me ha traído.
 
Despacito despiertas sin aún saberlo,
despiertas y yo estoy contigo,
adorando el amanecer que nace en tu mirada,
niña de los sueños,
mi pequeña Ana.

No entiendo por qué me empeño en escribir (febrero del 97)

 
No entiendo por qué me empeño en escribir
poemas que jamás podrás leer,
que nunca te ofreceré,
que no te atreverías a recitar.
 
Pasa el tiempo y yo sin querer
sigo escribiendo pensando en ti
mientras espero encontrar a otra persona
que mi vida no encuentra;
y sólo me quedas tú,
quizás porque aún eres todo lo que necesito,
tal vez porque eres todo lo que he perdido
cuando la noche se ha hecho azul.

La perdí.

 
La perdí.
 
La amaba más de lo que sabía
y quizás por no saber amar
la llegué a perder aquel día.
 
Su nombre aún resuena en el corazón
como un susurro lo hace en el alma
y yo muero de amor viviendo de esta manera.
 
La perdí y sé que jamás volverá la primavera.